Día de Quincena (Cuento)

Día de Quincena (Cuento)

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Todos los hombres nacen iguales, 
pero es la última vez que lo son.
Abraham Lincoln

… Es impresionante la cantidad de personas en este micro. Deberían de meterlos en un guajolotero para que la gente decente podamos transportarnos sin contratiempo. Eso de comprarse un cochecito no suena nada mal, quizá ahora con mi Pejecito pueda hacerme del cochecito… ¡Mira nada más! Ese pinche indio, ni por asomo deja el asiento, ¿que no ve que estoy cansada y soy una damita? Si bien decía mi abuela, ¡estos tiempos son de pelados y majaderos!

-Si señora, se hacen los dormidos para no dar el asiento. 

… Se acaba de subir uno de esos niños mugrositos, se ve a leguas que vive en alguna coladera de Circunvalación, espera, se ve raro, ¡Dios mío! Que no nos asalte por amor de Dios, acabo de cobrar mi quincena, ¡No es justo! Mejor me hago para atrás, si empieza con su “pues ya saben mi gente como es esto, carteras y celulares, no se hagan pendejos”, inmediatamente doy un brinco y corro. Dios mío, se ve muy nervioso, válgame no sea la de malas… Y todavía faltan como diez cuadras para bajarme, ¡qué voy a hacer! 

Día de Quincena (Cuento)

… ¡Mira nada más! Este baquetón se le ocurre pararse, si lueguito se les ve la calaña, seguro es su cómplice, los dos están prietitos y mugrosos, no hay duda. ¡Ay Dios mío ay Dios mío! Espero que termine rápido… viene hacia mí, se acerca muy agresivo… 

… ¡Pfff! Falsa alarma, no sé qué les pasa a todos, siempre con su paranoia y tan agresivos. Seguro esos dos andaban muy apurados por unas bolsitas fresa o un cigarro de esos fuertes. Nunca había pasado tan mal rato, de hoy en adelante tomare taxi el día de quincena, uno se parte el lomo para que estos indios solo vengan a tomar lo que no es suyo, no se vale.

… ¡Aaahhhh ya paso el susto! Ese muchacho se ve buena gente, se nota que viene de trabajar, seguro es oficinista, un godín como mi Manuelito, se ve que es decente, traje y toda la cosa. Como me gustaría que todos los que se suben a este cuchitril fueran como él, ya le dije a mi Ricardito que se arregle, que como te ven te tratan y no es bueno que ande con esos pelos tan mugrosos y todo desfajado… 

-Mire señora, siéntese por favor, se ve cansada

… Gracias joven, un poquito, casi bajo…

-¡Ahora si cabrones! Ya valió madres, aflojen todo, celulares y carteras…


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2 comentarios

  1. Buen final, ya empezaba a odiar de más a la señora. Es lo bueno del cuento corto, se despeña vertiginoso como una bola de nieve, sin tiempo para armar lo previsible.

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    1. Gracias por tu comentario. Espero seguir en la linea del maravilloso cuento corto.

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