Que trata de la enfermedad cultural que sufrimos y el inicio del cambio cultural de la humanidad.
Solo dentro de la voracidad puedo estar alegre y tranquilo.
Peter Hille
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La cultura, entendida como la producción material e intelectual de un pueblo, que a su vez cruza por todos los niveles de una sociedad, esto es, entrelaza y convive con expresiones materiales y simbólicas, es parte predominante y construye y define el rostro de una sociedad especifica.

En el siglo XXI, para México y América Latina en general, para nadie es un secreto que la cultura hegemónica, la que nos nutre de contenidos y sentido a las prácticas comunes y cotidianas de la mayoría de las masas latinoamericanas, es la cultura emanada de Estados Unidos. Si desde los años cincuenta del siglo pasado la industria cultural del gigante del norte a hecho un trabajo sistemático para penetrar en las grandes masas de nuestros países, no es de extrañar que a inicios del presente siglo, nos encontremos ante un panorama mas que difícil en relación a quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el mundo del siglo XXI en términos culturales.
En América Latina vivimos momentos de definiciones en el ámbito político y social. Bajo este contexto, el ámbito cultural es un factor determinante en la construcción de esta nueva sociedad, en su éxito o fracaso. Existen ensayos en países como Bolivia y Venezuela de formar una mejor sociedad, “el buen vivir” aun hoy es un proyecto en gestación en la medida que no seamos capaces de generalizar los cambios en otras sociedades de Nuestra América. Considero que existen tres problemáticas fundamentales para avanzar en la construcción de la nueva concepción de la cultura en América Latina:
1. En términos culturales, que hacer con el capitalismo, entendido como proyecto histórico de civilización. Hoy día a partir de la crisis sistémica que inicio con la burbuja inflacionaria de 2008 en EU, es más que urgente replantearse este proyecto civilizatorio. Desmontar valores inalienables del capitalismo como el individualismo exacerbado, el libre mercado y en general la depredación en términos de recursos naturales de la que es objeto el planeta entero.
Con el fin de la Guerra Fría, el discurso hegemónico norteamericano hizo pensar que América Latina no tenía la menor importancia para el devenir histórico del mundo. Hoy día, tomando en cuenta los sucesos de los últimos diez años, nadie puede negar que América Latina es una pieza geoestratégica de primer orden del mundo actual, sobre todo en materia de recursos naturales que subyacen, en última instancia, la supervivencia de la humanidad.
2. La identidad. Si es la modernidad, efectivamente, producto del sistema capitalista, entonces el fin de la Guerra Fría quiso, con cierto éxito, replantear la pertinencia del proyecto histórico de esta. Pero en América latina no podemos creer sin mas el discurso posmoderno, ya que en estas tierras nunca se llego a consumar el proyecto de la modernidad, ¿cómo pensar en avanzar en el devenir histórico de la humanidad y alienarnos al proyecto posmoderno, si es que éste en realidad existe, si en nuestras tierras seguimos padeciendo de hambre generalizada, una grosera desigualdad y donde la dignidad inalienable del hombre a sido pisoteada y mancillada en repetidas ocasiones?
¿Cómo retomar los relativismos y particularismos del pensamiento posmoderno en sociedades tan heterogéneas como las latinoamericanas?, y lo que es mas grave ¿Cómo hacernos de asideros que nos anclen en nuestra realidad concreta donde no existen? La tarea entonces pasa por pensarnos a nosotros mismos dentro de un mundo más complejo, que sobrepasa nuestras fronteras físicas, y pensar cual es nuestro papel dentro de un sistema globalizado. Cuestiones como la identidad nacional, lo mexicano, lo brasileño o lo chileno, siguen en el debate actual y, de cierto modo, el discurso de la aldea global ha puesto ciertos cuestionamientos al mito de lo nacional, si el multiculturalismo es la salida, entonces ¿Qué se entiende por tal?
3. Desmontar el discurso hegemónico que reproduce los esquemas de la sociedad capitalista. Las industrias culturales que reproducen este patrón, ya sean de entretenimiento, cinematográficas, musicales o editoriales, preocupadas más por el próximo hit (si cabe la expresión), que recuperar la voz y los gestos característicos y auténticos de nuestras sociedades.
No es sólo como lo plantea George Yúdice, una cuestión de emprendoderismo cultural, ya que es en términos generales, no son más que proveer de paliativos al capitalismo, dándole un rostro humano. La cuestión no pasa por hacer un capitalismo mas amigable en términos culturales, la cuestión de fondo es generar las condiciones apropiadas para realizar una reforma profunda y revolucionar la cultura y la sociedad en general.
Bajo este supuesto no es cuestión de buenas o malas tecnologías, sino el uso que se les da a ellas, pasa por socializar el habla de nuestras calles, los bailes que se producen día a día en las villas miseria, el barrio o las favelas, las expresiones culturales e identitarias que caracterizan nuestras ciudades latinoamericanas; desde Pedrito Infante o Carlos Gardel, pasando por la Matancera o Bola de Nieve, hasta Dame pa`matala o Chabuca Granda.
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El punto es ocupar progresivamente esos espacios de dominación y de construcción de consensos a favor de las masas latinoamericanas y, progresivamente, construir una nueva ética de vida, una nueva moral del día a día. En la medida que seamos capaces de hablar de nosotros mismos, con nuestras propias palabras, ya sea en el cine, la radio, la plástica o la literatura, podremos alcanzar la universalidad de nosotros mismo, siempre anclados en una realidad producto del análisis concreto de nuestra realidad concreta.
El inicio del cambio es, efectivamente, lo que plantea Adorno y Horkheimer, debemos ser críticos con la realidad que se nos presenta, hacer la reflexión pertinente de las imágenes y sonidos que se nos venden como inevitables e irreversibles. Progresivamente podremos pintar batalla y en el andar encontraremos, en comunidad y no de otro modo, viéndonos como camaradas -mas que como individuos aislados que compiten entre si-, las respuestas a las preguntas que todavía están por hacerse.